Pueblos indígenas, idioma y retos para la construcción de conceptos como derecho a la salud y gobernabilidad
English version: Indigenous groups, language, and challenges in the construction of concepts such as the right to health and governance
Allá por el año 2007 iniciamos desde CARE Perú y el ForoSalud – la más amplia red de organizaciones de sociedad civil en salud en el Perú – la construcción participativa de un modelo de vigilancia ciudadana del respeto de los derechos y de la calidad en los servicios de salud, a ser implementado por mujeres líderes quechuas en las provincias de Azángaro y Ayaviri. Las líderes comunitarias, luego de un proceso de capacitación, se desplazan a los establecimientos de salud, y registran la manera en la que se brinda la atención, sobre la base de diálogo con las usuarias de los servicios y de su observación directa, enfocándose prioritariamente en el trato, la no discriminación y el respeto a sus derechos.
Uno de los primeros retos fue cómo explicar conceptos “abstractos”, como los derechos humanos o la transparencia y la rendición de cuentas, principios clave de la gobernabilidad. En el mundo andino, el vocabulario tiene enfoque en lo que “existe” o lo tangible, lo que puedes ver o tocar, y eso se refleja en el idioma quechua. No resulta fácil explicar la naturaleza de conceptos que no se pueden dimensionar. Enseñábamos, entonces, con ejemplos: una mujer representaba a una persona recién nacida, y otra (su “derecho”) la tomaba del brazo desde que se levantaba, sin soltarla. Explicábamos, en quechua, que era así desde que nacía hasta el día de su muerte. Nadie te los podía quitar, jamás. Entonces, las mujeres comparaban “el derecho” con sus nombres, que eran muy suyos, y las acompañaban siempre.
Foto 1: Vigilantes ciudadanas frente al Hospital de Ayaviri, Puno, Perù. Foto: Ariel Frisancho
Un tema que me llamó a la reflexión es que siempre terminaban haciendo un paralelo entre la palabra “derecho” con “beneficio” (“Y… ¿cuándo vamos a tener ese ‘derecho’? ¿Quién va a venir a otorgarnos ese ‘beneficio’?”). Esto me hacía reflexionar sobre la inexistencia de una palabra equivalente en quechua, no sólo por la propia construcción del concepto, sino por un entendimiento generalizado de la acción del sistema de salud – de parte de poblaciones indígenas que históricamente han sufrido de pobreza, exclusión y discriminación – como un favor o concesión que “alguien”, más poderoso, otorga.
La acción de “vigilancia ciudadana”, en cambio, fue asumida rápidamente por las líderes. “Riinchis Autoridad kunata tapumuychis, allinta qhaway” (“vayan, observen atentamente y pregunten”). Ellas eligieron autodenominarse “vigilantes ciudadanas”.
La acción de “vigilancia ciudadana”, en cambio, fue asumida rápidamente por las líderes. “Riinchis Autoridad kunata tapumuychis, allinta qhaway” (“vayan, observen atentamente y pregunten”). Ellas eligieron autodenominarse “vigilantes ciudadanas”. No les fue difícil elegir el término: es algo que ellas mismas iban a realizar. Y lo hacían, entre otros objetivos, “para generar transparencia”, entendida como se las explicó un delegado del Ombudsman (Defensoría del Pueblo): primero les presentó un vaso que contenía monedas en el fondo, y estaba lleno con agua muy turbia. Ellas no podían observar qué existía en el fondo. Luego, sacaba otro vaso, esta vez con agua cristalina, que dejaba ver las monedas. Y remataba diciendo en quechua “Eso es lo que queremos. Queremos ver el fondo. Que todo sea como el agua de este vaso”. Las mujeres decían “Llipinchispas tukuytan qahuarinanchis” (“Todas debemos ver”).
Y remataba diciendo en quechua “Eso es lo que queremos. Queremos ver el fondo. Que todo sea como el agua de este vaso”. Las mujeres decían “Llipinchispas tukuytan qahuarinanchis” (“Todas debemos ver”).
La rendición de cuentas tenía lugar en las audiencias locales, que sostenían las líderes comunitarias, responsables de la vigilancia ciudadana, con los jefes de los establecimientos visitados y las autoridades locales de salud. En estas audiencias locales, las “vigilantes” presentaban la evidencia sistematizada de sus visitas: lo bueno, que se debía fortalecer, y lo que debía corregirse y cambiar (maltrato, incumplimiento de horarios, entrega incompleta de medicamentos, cobros indebidos, etc.). En ellas, las mujeres se preguntaban, en relación a las autoridades, “¿Imatan yuyachan nichan?” (“¿Qué te está diciendo de sus verdades?”). Pero les interesaba también saber qué dificultades tenían los profesionales de salud para brindar servicios de mejor calidad (“Imata ninki chaymanta”, “entender los dos lados”).
Construir juntos entendimientos comunes de categorías y palabras con los que estamos más familiarizados desde una visión y formación “occidental” fue un proceso mutuamente enriquecedor. Necesitamos “aprender a escuchar”, con respeto e igualdad, para poder entendernos. Para poder compartir. Para lograr transformar.